Por primera vez, una empresa biotecnológica logra crear animales viables con genes de una especie extinta, reviviendo parcialmente al legendario lobo gigante o «huargo.
Durante más de una década, la ciencia ha perseguido la idea de revivir especies extintas. Ahora, esa fantasía da un paso hacia la realidad. La empresa Colossal Biosciences ha logrado crear tres lobos con características clave del extinto lobo gigante (Canis dirus), también conocido como lobo huargo, que desapareció hace unos 13 mil años.
“Estamos creando copias funcionales de algo que solía estar vivo”, declaró Beth Shapiro, directora científica de Colossal, al anunciar lo que muchos consideran el primer caso exitoso de desextinción.
Los protagonistas de este hito biotecnológico son Rómulo, Remo y Khaleesi, dos machos de seis meses y una hembra de dos, nacidos a partir de embriones creados con células de lobos grises editadas genéticamente. Los científicos introdujeron 20 genes de lobo gigante en su ADN, buscando replicar características como su tamaño, pelaje denso y coloración pálida.
Los cachorros no son clones perfectos de los lobos huargos, pero sí portan y expresan rasgos esenciales de la especie extinta.
“Ese primer destello blanco fue una verdadera bofetada”, recordó Matt James, director de animales en Colossal, sobre el momento en que vio a los lobos recién nacidos. “Se me quedará grabado para siempre”.
Una receta genética
La hazaña fue posible gracias a la recuperación de ADN antiguo. En 2021, Shapiro formó parte del equipo que extrajo restos genéticos de fósiles encontrados en Ohio e Idaho. Estos descubrimientos permitieron identificar mutaciones específicas que daban al lobo huargo su tamaño colosal y características únicas.
Con esa información, Colossal editó 20 genes en células de lobo gris. Quince correspondían directamente a genes del huargo; los cinco restantes fueron versiones modificadas para evitar mutaciones que causan sordera o ceguera en cánidos modernos.
“Se busca resucitar estos fenotipos, pero no se quiere hacer algo que sea perjudicial para el animal”, explicó Shapiro. Los embriones fueron implantados en madres sustitutas (perros grandes) y, tras varios intentos, nacieron los tres lobos híbridos.

Un debate científico y ético
La comunidad científica observa el experimento con mezcla de asombro y escepticismo. Adam Boyko, genetista de la Universidad de Cornell, reconoció que es “emocionante poder crear versiones funcionales de especies extintas”, pero advirtió que los nuevos lobos no pueden considerarse verdaderos huargos.
“No se crían en manadas de lobos gigantes, ni consumen la dieta ancestral de sus antepasados. Les faltan los microbios intestinales únicos de esos tiempos”, comentó Boyko.
Incluso algunos paleontólogos, como Julie Meachen, que participó en el estudio genético pero no en el nacimiento de los cachorros, expresan dudas. “Toda mi sensibilidad infantil me dice que quiero ver cómo son”, dijo. “Pero tengo preguntas. Tenemos problemas con los lobos que tenemos hoy en día”.
Futuro incierto
Por ahora, Rómulo, Remo y Khaleesi permanecerán en instalaciones privadas, en cautiverio. Su comportamiento será monitoreado, aunque Shapiro advierte que su crianza en un entorno artificial limitará las conclusiones sobre cómo vivía el lobo huargo original.
“Viven como lobos en un hotel de lujo. No pueden clavarse una astilla sin que nos enteremos”, bromeó.
Colossal también explora la posibilidad de aplicar su tecnología a especies en peligro como el lobo rojo, cuya población silvestre se reduce casi exclusivamente a Carolina del Norte. En paralelo, el proyecto ha despertado interés en comunidades indígenas, como la Nación MHA en Dakota del Norte. “Su presencia nos recordaría nuestra responsabilidad como guardianes de la Tierra”, afirmó el presidente tribal Mark Fox.
Con información de The New York Times 2025 / redes sociales
