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martes, marzo 18, 2025
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Asteroide: Un acercamiento astronómico sin riesgo para la Tierra

El Dr. Andrés Alberto Avilés Alvarado, investigador de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), explicó en entrevista las implicaciones del reciente paso del asteroide 2025 UD26 cerca de la Tierra y aclaró los mitos en torno a este tipo de eventos astronómicos.

«Cuando se habla de un asteroide que pasa cerca de la Tierra, hay que entender que ‘cercano’ en astronomía no es lo mismo que en nuestra escala humana. Un encuentro cercano puede ser de 10 a 15 veces la distancia entre la Tierra y la Luna, lo que en realidad equivale a millones de kilómetros», explicó el investigador.

En el caso del asteroide 2025 UD26, su paso el pasado 16 de febrero se produjo a una distancia de 17 veces la distancia lunar, por lo que astronómicamente es interesante, pero no tuvo ningún impacto en nuestra atmósfera ni generó ninguna consecuencia.

Dr. Andrés Alberto Avilés Alvarado, investigador FCFM-UANL.

Sobre el tamaño del asteroide, Avilés señaló que medir entre 50 y 60 metros puede parecer grande en la Tierra, donde no existen rocas de tal dimensión sin fragmentarse, pero en el mundo de los asteroides es relativamente pequeño.

«Si un asteroide midiera varios kilómetros, entonces sí podría considerarse un objeto grande y potencialmente peligroso», el Doctor en Astronomía Observacional de Sistemas Binarios por la UNAM Campus Ensenada.

Eventos pasados y sus efectos

El experto con Doctorado en Astronomía Observacional de Sistemas Binarios por la UNAM, recordó eventos anteriores como el impacto de un asteroide de aproximadamente 30 metros en Rusia en 2013.https://www.unam.mx/

«Aquel asteroide explotó a unos 10 kilómetros de altura, generando una onda de choque que rompió ventanas y causó daños materiales, pero no hubo impactos directos en la superficie terrestre», relató.

El investigador SNII Nivel 1 explica que la Luna tiene registros de objetos grandes que impactaron contra ella con el paso de la evolución del sistema solar y eso provocó que los asteroides grandes se fueron acabando poco a poco.

“Esos grandes asteroides impactaron con la Luna o con el resto de los planetas. Tomando como punto de referencia a los asteroides grandes, el evento de 1994 es el más recordado por los astrónomos, porque hubo evidencia de ese tipo de colisiones.
Se trata del asteroide Shoemaker-Levy 9, un asteroide grande que cuando se acercó a la gravedad de Júpiter y chocar contra este planeta se fragmentó, provocando impactos consecutivos sobre Júpiter. Hacemos mucha referencia de ese evento porque hay evidencia de lo que puede pasar y de cómo ocurren esos fenómenos”, agregó.

La evidencia que se tiene de 1994 es que son eventos catastróficos si cayeran en la Tierra, porque hay imágenes en donde la huella que dejó el impacto es más grande que el tamaño de la Tierra, pero afortunadamente ya no existen en el sistema solar objetos tan grandes y tan peligrosos.

Agregó Avilés Alvarado que si un asteroide de mayor tamaño impactara la Tierra, sus efectos dependerían del lugar de colisión.

«Si cae en un océano, podría generar un tsunami; si impacta en tierra firme, podría provocar sismos en la región; sin embargo, ese tipo de objetos grandes, afortunadamente por la evolución del sistema solar, se fueron acabando», explicó Avilés.

Por lo que el científico del Laboratorio Nacional de Clima Espacial que tiene una sede en la FCFM tranquilizó a la población, al indicar que los asteroides de gran tamaño son cada vez más escasos debido a la evolución del sistema solar.

El monitoreo y estudio de los asteroides

El investigador también destacó la importancia del monitoreo de asteroides, «desde el Laboratorio Nacional de Clima Espacial se busca catalogar asteroides desconocidos para determinar sus trayectorias y evaluar cualquier posible riesgo para la Tierra», mencionó.

Avilés resaltó que existen tres principales regiones donde se concentran los asteroides en el sistema solar: el Cinturón Principal ubicado entre Marte y Júpiter, la región más allá de Neptuno y la Nube de Oort.

«Para que un asteroide salga de su órbita, deben combinarse factores gravitacionales aleatorios que pueden modificar su trayectoria, lo que hace difícil predecir con exactitud cuáles podrían acercarse a nuestro planeta», explicó.

En cuanto a la exploración espacial, Avilés mencionó que los asteroides pueden estudiarse de dos formas: a distancia, simplemente viendo cómo se refleja la luz del Sol para tratar de predecir sus características físicas, composición y morfología; y la otra forma es in situ.

“Hubo un experimento denominado Rosetta, una sonda espacial que fue enviada con una misión especial, el objetivo era posicionarse sobre un asteroide, hacer una perforación, recabar material y regresar la sonda a la Tierra con el material del asteroide, pero dificultades técnicas impidieron el regreso de la nave», expuso.

Este registro afirma que hay manera de estudiar asteroides in situ, buscando predecir con alta confiabilidad en dónde se va a localizar, en qué momento y hora para lanzar una nave con años o meses de antelación para llegar, tomando en cuenta el tiempo de viaje y la trayectoria, es algo que la ciencia puede hacer, controlando de manera remota.

Finalmente, el investigador criticó el sensacionalismo en torno a estos eventos astronómicos.

“Las noticias amarillistas suelen exagerar el peligro real. Es importante entender que, aunque estos fenómenos son fascinantes desde el punto de vista científico, en la mayoría de los casos no representan ningún riesgo para la humanidad», concluyó.

Por Esperanza Armendáriz Chávez / Periodista

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