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lunes, octubre 13, 2025
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Observatorio Astronómico UANL: Nuevo epicentro para detectar fallas sísmicas

En el corazón del proyecto de Turismo Científico impulsado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), el Observatorio Astronómico Universitario no solo mira al cielo, sino que también se convierte en una ventana al interior del planeta.

Así lo explicó el Dr. Juan Carlos Montalvo Arrieta, profesor investigador de la Facultad de Ciencias de la Tierra (FCT), quien colabora activamente en esta iniciativa multidisciplinaria liderada por la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM), como un programa que busca promover el desarrollo económico y social regional basado en el conocimiento.

“El Observatorio, como lo tiene pensado el Dr. Eduardo Pérez Tijerina a través de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, es un lugar donde convergen varias disciplinas y dependencias de la Universidad para hacer estudios en diferentes campos”, señaló el Dr. Montalvo.

Más allá de la astronomía, el sitio se ha revelado como una localización estratégica para el monitoreo sísmico, gracias a su ubicación alejada de la contaminación lumínica y vibraciones antropogénicas.

“El Observatorio es un sitio que se considera quieto. Está ausente del movimiento y de la influencia de las grandes ciudades, lo que lo convierte en un lugar ideal para nuestras investigaciones”, explicó.

Colaboración FCFM-FCT

A través de una red de estaciones sismológicas, instaladas inicialmente con fondos del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt), el equipo del Dr. Montalvo Arrieta ha logrado registrar actividad sísmica significativa, tanto local como global.

“El equipo que instalamos es de última generación. Nos permite detectar desde pequeñas vibraciones hasta grandes terremotos, como el de Myanmar, que, a pesar de haber ocurrido al otro lado del mundo, fue registrado aquí, eso te da una idea del poder de la instrumentación cuando está bien ubicada”, explicó.

Una de las estaciones sismológicas se había retirado temporalmente durante la remodelación del Observatorio, pero será reinstalada ahora que han concluido las obras. Durante su funcionamiento previo, esta estación permitió detectar movimientos en distintas regiones de Nuevo León, como la región citrícola, el norte metropolitano y hasta zonas cercanas a Saltillo y Concepción del Oro.

“Este tipo de sitios se vuelve clave para registrar prácticamente cualquier tipo de movimiento generado por la actividad natural de la Tierra”, afirmó Montalvo.

El proyecto, que cuenta ya con seis estaciones activas en el estado, tiene como propósito central entender mejor la actividad sísmica local.

“Buscamos responder preguntas como: ¿cuáles son los terremotos más grandes que pueden ocurrir en la región? ¿Dónde están ocurriendo con mayor frecuencia? ¿Están relacionados con fallas geológicas activas?”, explicó.

Aportación científica a la sismología

Gracias a los datos obtenidos, el equipo ha logrado incluso documentar la existencia de una falla activa, un hallazgo significativo que abre nuevas líneas de investigación y plantea retos importantes para la prevención y el manejo del riesgo sísmico en la región.

“Gracias a esa red que se instaló, ya estamos empezando a dar respuesta a preguntas que existían desde hace tiempo en la comunidad científica”, advirtió el investigador.

Contrario a la creencia general, el norte de México sí presenta condiciones para la generación de terremotos de magnitud considerable, aseguró Montalvo Arrieta, quien participa en una colaboración científica con el Instituto de Geofísica de la UNAM y el Servicio Sismológico Nacional.

“Esta región es propensa a generar terremotos, de hecho, acaba de salir un artículo —publicado hace menos de 10 días— que cita nuestro trabajo, y señala que en el norte del país podrían ocurrir dos grandes terremotos, con magnitudes mayores a 6, en un periodo de 100 años”, continuó.

Esta nueva perspectiva, respaldada por evidencia científica reciente, ha transformado la percepción del riesgo sísmico en el noreste del país.

En ese contexto, el Observatorio Astronómico Universitario, operado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, cobra una importancia estratégica no solo para la astronomía, sino también para la geociencia.

Los equipos instalados, financiados con recursos públicos a través de una convocatoria de Conahcyt, han permitido un avance importante en el monitoreo sísmico regional.

“Dimos un salto muy importante, de algo cualitativo a algo cuantitativo, porque ahora ya tenemos una evidencia científica. Hemos generado una base de datos de sismos que se han registrado en la región y también identificamos una falla geológica activa, que ya fue publicada y reconocida por la comunidad científica”, añadió.

Avances con implicaciones a nivel nacional

“Nuestro trabajo aquí en la Universidad está ayudando a responder preguntas que antes no tenían respuesta. Para el Servicio Sismológico Nacional también es información crucial, porque con ella se actualiza el catálogo de terremotos importantes para todo el país”, insistió.

Además del monitoreo, el equipo de investigación busca anticiparse a eventos futuros.

“Lo que queremos saber es cuándo fue la última vez que se movió una falla, para poder estimar si ya estamos cerca de su ‘cumpleaños’”, explicó con una analogía que usa con sus estudiantes.

“El cumpleaños de un terremoto es el tiempo que necesita para volver a generarse. Hay eventos que podrían repetirse cada 100 o 200 años. Por ejemplo, conocemos uno que ocurrió en 1840… y ya nos estamos acercando a la fecha”, apuntó.

Por eso, el investigador subraya la importancia de la divulgación científica.

“La gente necesita entender que estamos expuestos. Hay fenómenos que se repiten cada 15 o 20 años, y los terremotos pueden tener periodos de retorno más largos, pero regresan. La tarea que estamos haciendo ahora es identificar las zonas que podrían generar estos eventos y responder a la gran pregunta: ¿qué tan cerca estamos del próximo gran sismo?”, concluyó.

Por Esperanza Armendáriz Chávez / Periodista

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