Investigadores de la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos, han desarrollado un marcapasos de tamaño ultra reducido, con apenas 1,8 mm de ancho y 3,5 mm de largo, lo que le permite caber dentro de la aguja de una jeringa. Gracias a su diseño innovador, este dispositivo puede implantarse de manera segura y poco invasiva, marcando un hito en la medicina cardiológica.
El trabajo de investigación “Millimetre-scale bioresorbable optoelectronic systems for electrotherapy”, encabezado por John A, Rogers, fue publicado en Nature (2025).
Una solución para corazones pequeños y grandes
Este marcapasos, más pequeño que un grano de arroz, está dirigido especialmente a recién nacidos con defectos cardiacos congénitos, aunque también podría utilizarse en corazones de mayor tamaño. Su eficacia ha sido demostrada en modelos animales y en corazones humanos de donantes fallecidos, según un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature.
El equipo de investigación, liderado por el pionero en bioelectrónica John A. Rogers y el cardólogo Igor Efimov, destaca que este dispositivo responde a una necesidad crucial en neonatología. «Nuestra principal motivación fueron los niños», afirma Efimov, explicando que aproximadamente el 1 % de los recién nacidos presentan cardiopatías congénitas.
La mayoría de estos pequeños pacientes solo requieren un marcapasos temporal tras una cirugía, ya que en siete días su corazón suele recuperarse de manera natural.

Tecnología innovadora: alimentado por fluidos corporales y activado por luz
Para reducir su tamaño y eliminar la necesidad de cables o antenas receptoras, el marcapasos utiliza una celda galvánica que transforma la energía química en eléctrica. Su funcionamiento se basa en el contacto entre dos metales diferentes y los fluidos corporales, lo que convierte sus electrodos en una pequeña batería.
Además, el dispositivo se acopla a un equipo externo e inalámbrico que se coloca sobre el pecho del paciente. Este sistema detecta latidos irregulares y emite un pulso de luz infrarroja, capaz de penetrar la piel y el esternón para activar el marcapasos y restaurar el ritmo cardiaco.
«El corazón requiere una mínima estimulación eléctrica», explica Rogers, señalando que este avance permite minimizar los procedimientos de implantación y reducir los riesgos para el paciente.
Un dispositivo completamente reabsorbible
Este innovador marcapasos tiene una vida útil limitada y, al finalizar su función, se disuelve de manera natural en los fluidos corporales. Su desarrollo se inspiró en la necesidad de contar con un cardioversor temporal para pacientes que esperaban un dispositivo permanente o que requerían apoyo durante su recuperación.
Anteriormente, los marcapasos temporales implicaban la sutura de electrodos al miocardio, con conexiones a un dispositivo externo a través del pecho. La extracción posterior de estos electrodos podía ocasionar complicaciones, como desgarros o daño tisular. Para abordar este problema, Rogers y Efimov presentaron en Nature Biotechnology en 2021 un primer marcapasos reabsorbible, flexible y liviano, que eliminaba la necesidad de baterías grandes y cables.
