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martes, octubre 14, 2025
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Historias de mujeres que hacen ciencia sin renunciar a ser madres

En los pasillos del mundo académico, donde el tiempo parece girar en torno a publicaciones, congresos y experimentos, la maternidad a menudo se vive como un reto silencioso.

Sin embargo, para la Dra. María Cristina Rodríguez Padilla y la Dra. Guadalupe Maribel Hernández Muñoz, ambas investigadoras de la Universidad Autónoma de Nuevo León y adscritas al Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), ser madre no ha sido una traba, sino una experiencia que ha enriquecido profundamente su vocación científica.

Sin elegir entre hijos y ciencia: integrar la maternidad a la vocación

La Dra. Rodríguez Padilla, Investigadora Emérita del SNII, ha dedicado su carrera al estudio del trinomio inmunidad-cáncer-virus, además de impulsar terapias biotecnológicas y aplicaciones nanotecnológicas.

Pero cuando habla de la maternidad, lo hace con la misma convicción con la que defiende una hipótesis científica.

“La maternidad es una bendición, aprendes a valorar y a dividir tu tiempo entre el trabajo y la familia… claro, también aprendes que le tienes que robar muchas horas al sueño mientras crecen”, afirma la investigadora.

A diferencia de muchas colegas que han sentido la presión de elegir entre su carrera y su familia, Rodríguez Padilla asegura que jamás vivió esa disyuntiva. Su estrategia: integrar a sus hijos en su mundo.

“Siempre platiqué con ellos sobre lo que hacía en el laboratorio, los hacía partícipes. Veían las células al microscopio y entendían la importancia del trabajo”, relata la profesora de la Facultad de Ciencias Biológicas.

Su entorno laboral, además, fue un espacio libre de prejuicios. “No”, responde tajante cuando se le pregunta si enfrentó estigmas por ser madre en la academia. Reconoce, eso sí, que el apoyo de su pareja fue clave para equilibrar ambas facetas: “Tu pareja debe compartir contigo el entusiasmo y apoyarte”.

Para quienes hoy enfrentan el desafío de criar y producir conocimiento, la profesora de la Facultad de Ciencias Biológicas (FCB) ofrece un consejo que combina ternura y realismo: “Que no se asusten. Lo importante es distribuir el tiempo, aunque a veces no se duerma. Que les platiquen a sus hijos lo que hacen y por qué su trabajo es importante para ellas”.

Maternidad en el laboratorio y en casa: el arte de resistir y crear

Desde otro campo del conocimiento —la Ingeniería en Manufactura Avanzada y la Educación Digital—, la Dra. Guadalupe Maribel Hernández Muñoz también ha sabido sortear las complejidades de compaginar la ciencia con la maternidad.

Investigadora Nivel 2 del SNII, confiesa que la experiencia de criar le ha enseñado a priorizar, tener paciencia y afinar su capacidad para resolver problemas.

“Cada día es una lección donde se aprende algo nuevo. Conlleva una gran responsabilidad, pero a la vez una gran satisfacción”, comparte la investigadora del Centro de Investigación en Ingeniería Aeronáutica (CIIIA-FIME).

El camino no ha sido fácil. “Sí, yo le llamo mi crisis existencial momentánea”, cuenta al recordar los momentos en que las necesidades familiares chocaban con los tiempos de la investigación. “Sobre todo al tener a mi segunda hija, cuando tuve que decidir si continuaba o renunciaba por cuestiones de salud de ambas. Opté por una pausa y me apoyé con mi grupo de investigación”. A diferencia de Rodríguez Padilla, Hernández Muñoz sí ha enfrentado estigmas.

“Me han dicho colegas que no me contemplan en ciertos proyectos porque no tengo disponibilidad para viajar o flexibilidad de horarios”, explica.

Esta situación, explica, se agrava porque su hija requiere atención médica periódica. Aun así, ha creado sus propias soluciones: acondicionó un estudio en casa y participa activamente en reuniones y redacciones fuera del horario laboral.

“El sistema laboral no está diseñado para quienes tenemos hijos”, denuncia. Aunque reconoce avances en el SNII, como la extensión del nombramiento por maternidad o paternidad, considera que aún falta mucho por hacer para que el sistema reconozca la importancia de la maternidad, especialmente durante la infancia y adolescencia de los hijos.

En su búsqueda de redes de apoyo, encontró consuelo y comunidad en el grupo “Investigadoras y madres”, en Facebook.

“Es un espacio muy bonito, donde además de compartir consejos, hemos trabajado en proyectos colaborativos. Durante la pandemia, escribimos varios libros sobre maternidad y ciencia”, apunta la profesora de FIME.

Uno de los momentos más memorables de su trayectoria no ocurrió en un congreso ni frente a una publicación aceptada, sino en una charla sobre su vida ante estudiantes de preparatoria.

Al terminar, su hija —que la acompañaba— corrió a abrazarla y le dijo entre lágrimas: “Te quiero mucho, mami” Es cuando digo: a pesar de los momentos difíciles y complicados, vale la pena. Esto es lo que le diría a mis compañeras”, concluye.

Hoy, su pequeña hija la imagina como una científica que “arregla aviones y robots”. Y aunque esa no sea exactamente su labor, su historia y la de Rodríguez Padilla coinciden en un punto esencial: es posible construir ciencia y formar seres humanos al mismo tiempo.

Lo difícil no desaparece, pero el amor, la vocación y la resiliencia hacen que, como ellas afirman, todo valga la pena.

Por Esperanza Armendáriz Chávez / Periodista

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