Mientras el suelo se agrieta y la sequía avanza implacable en gran parte del territorio mexicano, una innovación nacional emerge como posible salvavidas para la agricultura.
Se trata del agua en polvo, también conocida como agua sólida, una creación del ingeniero Sergio Jesús Rico Velasco, egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Este invento, basado en un polímero biodegradable, tiene la capacidad de absorber hasta 200 veces su peso en agua y convertirla en una especie de gel que puede mantenerse en la tierra durante más de un mes.
«Es una solución diseñada para ayudar a las plantas a sobrevivir en condiciones extremas, aprovechando mejor cada gota de agua», explicó Rico Velasco.

El compuesto, hecho a base de poliacrilato de potasio, es no tóxico y no contamina el suelo. Se aplica en forma de polvo directamente en la raíz de las plantas, donde absorbe el agua de lluvia o riego y la libera gradualmente. Cuando el agua se ha liberado, el material vuelve a su estado original, listo para repetir el proceso.
Su uso tiene un impacto notable: puede reducir entre un 50% y un 90% el consumo de agua en cultivos, lo que representa una oportunidad valiosa para enfrentar la escasez hídrica.
De acuerdo con la FAO, el 70% del agua dulce del planeta se destina al riego agrícola. Ante ese panorama, el agua en polvo se posiciona como una herramienta estratégica.
“No estamos hablando solo de eficiencia hídrica, sino de soberanía alimentaria”, señalan expertos en agricultura sostenible.
Además, su fabricación no requiere tecnología costosa ni maquinaria especializada.
“Eso lo hace accesible para pequeños productores. Ha funcionado en México, pero también en India, Ecuador y España”, destaca Rico Velasco, subrayando la viabilidad global del invento.
Sin embargo, a pesar del potencial, el camino no ha sido fácil.
Mientras México la rechaza, el mundo adopta la lluvia sólida
El gobierno mexicano no mostró interés en respaldar el proyecto, a pesar de sus múltiples beneficios, lamenta el ingeniero. Esta falta de apoyo ha limitado su implementación masiva en el país, aunque en zonas rurales ya hay comunidades que lo están utilizando con buenos resultados.


A pesar del potencial de su invento, el ingeniero Sergio Rico Velasco recuerda que cuando presentó su propuesta de “lluvia sólida” ante autoridades como la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y la Profepa, la respuesta fue desalentadora. Aunque expuso los beneficios de su tecnología para la agricultura —que en México consume cerca del 80% del agua disponible—, lo único que recibió fueron buenos deseos.
“Para ellos es sólo un dato curioso, algo interesante, pero nada más. Me felicitan, me desean suerte y me dicen que no pueden promover marcas porque su labor es normar, no impulsar productos”, lamenta el creador del agua en polvo.
Mientras tanto, su invento ha sido ignorado en un país donde la sequía ha afectado a 28 estados, dañado dos millones de hectáreas de cultivo y provocado la muerte de más de 100 mil cabezas de ganado por falta de alimento.
En contraste, en el extranjero su tecnología ha sido recibida con entusiasmo. Países como India, Colombia, Guatemala, Honduras, Ecuador, Nicaragua, España, Portugal, Dubái, Haití y Estados Unidos ya utilizan el polímero que permite retener agua de lluvia y liberarla directamente en las raíces de las plantas.
Un caso notable es el de los cultivos de coco en India. Antes requerían un riego de 80 litros por semana. Ahora, gracias al agua en polvo, solo se necesitan 50 litros cada tres meses. Una reducción significativa que ilustra el enorme potencial de esta tecnología mexicana.
El invento ha captado la atención internacional no solo por su efectividad, sino por su impacto ecológico.
Al disminuir el uso de agua y evitar la contaminación, representa un avance importante hacia una agricultura más sostenible. Según cifras recientes, cerca de 2.200 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable, lo que hace urgente el desarrollo de tecnologías como esta.
La lluvia sólida, como también se le conoce, no solo contribuye a enfrentar la escasez hídrica: también fortalece la resiliencia de los sistemas agrícolas ante el cambio climático. “Cada gramo de agua sólida puede marcar la diferencia entre una cosecha perdida y una comunidad alimentada”, concluye Rico Velasco.
En un mundo que se seca rápidamente, soluciones como esta nos recuerdan que la ciencia y la innovación pueden germinar esperanza, incluso en la tierra más árida.

¿Cómo se fabrica el agua en polvo?
El agua en polvo está hecha con un material especial llamado poliacrilato de potasio, que es capaz de absorber mucha agua, parecido al que se usa en pañales, pero adaptado para el campo y sin dañar el suelo.
¿Qué se necesita?
- Un polvo absorbente (poliacrilato de potasio)
- Ingredientes naturales para que sea biodegradable y no tóxico
- Un proceso para convertirlo en gel y luego en polvo
- Equipos para secar, moler y empacar el producto
¿Cómo se fabrica?
- Se crea el material absorbente a partir de una mezcla química.
- Se le agrega agua para que se convierta en un gel.
- Se seca lentamente para mantener su capacidad de retener agua.
- Se muele el gel seco hasta obtener un polvo fino.
- Se empaca en bolsas selladas para que no se humedezca antes de usarse.
¿Cómo se usa?
Simplemente se mezcla el polvo con la tierra, cerca de las raíces de las plantas. Cuando llueve o se riega, el polvo atrapa el agua y la libera poco a poco. Una sola aplicación puede durar hasta 40 días, y después puede volver a absorber agua y funcionar otra vez.
💡 Dato interesante:
El agua en polvo no necesita maquinaria cara para aplicarse, lo que la hace muy útil para los agricultores en comunidades rurales.
