El cometa C/2025 3I Atlas, proveniente de fuera del Sistema Solar, despierta el interés de la comunidad científica por su composición y trayectoria únicas. El Dr. Carlos Alberto Guerrero Peña, investigador de la UANL, participa en la campaña internacional de observación de este fenómeno que ofrece nuevas pistas sobre el origen del Universo.
Por primera vez en años, un objeto interestelar con características fuera de lo común despierta el interés de la comunidad científica mundial. El Dr. Carlos Alberto Guerrero Peña, investigador de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM) de la UANL y miembro Nivel 2 del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras (SNII), explica los hallazgos, las controversias y el valor científico del cometa C/2025 3I Atlas.
Un visitante interestelar en nuestro cielo
El Dr. Carlos Alberto Guerrero, astrofísico por el Instituto de Astronomía de la UNAM, explicó que el cometa C/2025 3I Atlas fue detectado por un observatorio chileno perteneciente a la red ATLAS (Asteroid Terrestrial Impact Last Alert System), un sistema financiado por la NASA que monitorea objetos potencialmente peligrosos para la Tierra.

Su nombre proviene de tres elementos: el número tres porque es el tercer objeto interestelar descubierto, la ‘I’ por interestelar, y Atlas por la red de telescopios que lo detectó.
El investigador recordó que antes de este cometa solo se conocían dos objetos interestelares.
Oumuamua (1I), descubierto en 2017, y 2I/Borisov, en 2019. “Sabemos que estos cuerpos son interestelares porque su movimiento no está dominado por la gravedad del Sol. Su trayectoria hiperbólica indica que vienen una sola vez y nunca regresan.
Un cometa antiguo y enigmático
Con un tamaño estimado entre 300 metros y 5 kilómetros, el cometa 3I/Atlas posee características que lo distinguen de los cometas del Sistema Solar.
Su edad se estima en unos 11 mil millones de años, lo que lo hace mucho más antiguo que nuestro propio sistema, que tiene unos 4,600 millones.
La antigüedad se deduce de su composición química anómala, probablemente alterada por la exposición prolongada a rayos cósmicos.
Su composición no se asemeja a la de los asteroides o cometas que conocemos, lo que refuerza la idea de su origen interestelar.
El investigador explicó que el cometa 3I/Atlas no representa una amenaza para la Tierra y permanecerá lejos. Lo más cerca que se acercará a nuestro planeta es aproximadamente 1.8 unidades astronómicas (aproximadamente 170 millones de millas o 270 millones de kilómetros).

La controversia: ¿nave extraterrestre o fenómeno natural?
El astrofísico explicó que parte de la atención mediática surgió tras las declaraciones del investigador Avi Loeb, de Harvard, quien enumeró ocho anomalías observadas que podrían sugerir un origen no natural del cometa.
Entre estas destacan su trayectoria alineada con el plano de la eclíptica, su baja proporción de agua (solo 4%) frente a un alto contenido de dióxido de carbono, una abundancia inusual de níquel, y una polarización de la luz más parecida a la atmósfera de un planeta que a una cola cometaria.
Loeb también señaló una coincidencia curiosa: el cometa proviene de la misma región del cielo donde en 1977 se detectó la célebre “señal Wow”, interpretada por algunos como posible comunicación extraterrestre.
Todas estas anomalías pueden explicarse por procesos naturales. Las observaciones del Observatorio Austral, el telescopio espacial James Webb y el Centro de Planetas Menores confirman que se trata de un objeto natural, aunque no originado en nuestro sistema solar.
Campaña internacional de observación
El investigador subrayó que no existe una alerta de defensa planetaria, como se difundió en algunos medios, sino una campaña global de observación científica convocada por la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), creada por la ONU en 2013 y coordinada por la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Japonesa.
El 25 de octubre la red lanzó un llamado a la comunidad astronómica para observar y analizar el cometa entre el 27 de noviembre de 2025 y el 27 de enero de 2026.
Guerrero adelantó que su equipo de la UANL participará en la campaña desde el Observatorio Astronómico Universitario, ubicado en Iturbide, Nuevo León, con el objetivo de obtener datos sobre la trayectoria, la composición química y la luminosidad del cometa.



