Las máquinas de escribir han sido herramientas esenciales en la historia de la escritura y la comunicación. Aunque su origen se remonta a 1700, fue en 1874 cuando se registró la primera máquina de escribir comercial.
Así lo declaró Armando Alanís Pulido, escritor y dueño de la colección que se exhibe en la Sala de Exposiciones Temporales del Colegio Civil Centro Cultural Universitario, en el marco de la Feria UANLeer 2025 bajo el nombre de Maquinando Letras.
Al principio eran enormes, del tamaño de un piano, y estaban diseñadas para personas ciegas. Las primeras versiones tenían teclados con mayúsculas y minúsculas por separado, lo cual se corrigió con el tiempo, explicó.

La exhibición la integran 26 máquinas de escribir y Alanís Pulido tuvo el acierto de instalar tres equipos para que las nuevas generaciones de estudiantes pudieran vivir la experiencia y dejar mensajes de su autoría en la sala.
Modelos icónicos y su impacto en la sociedad
A lo largo de los años, las máquinas de escribir experimentaron una notable evolución, impulsada por el avance de la industrialización. El diseño y la funcionalidad de estas máquinas cambiaron drásticamente en las décadas de 1940 y 1950, cuando se hicieron más compactas y eficientes.
Desde su invención en el siglo XIX, las máquinas de escribir han sido una herramienta fundamental en la historia de la escritura y la comunicación. En la exhibición se pueden apreciar modelos de diferentes marcas y países.
“Aquí tenemos máquinas Erika de Alemania, Remington de Estados Unidos, Hermes de Suiza, Brother de Japón y la legendaria Olivetti italiana”. La Olivetti Lettera 22, en particular, es considerada ‘la reina de todas’ y fue declarada como el objeto de diseño del siglo XX en 1959”, explicó el poeta.

En México, las máquinas de escribir llegaron a los hogares y oficinas en la década de 1950. “Se volvieron un aparato esencial, junto con el refrigerador y la licuadora, su impacto fue tal, que incluso se enseñaba mecanografía en las escuelas secundarias y preparatorias”, continúa Alanís Pulido.
Un objeto de colección con gran significado
El coleccionista, quien lleva más de 30 años reuniendo estos dispositivos, exhibe actualmente 26 de las aproximadamente 60 piezas que posee.
“Como muchos, heredé una máquina de escribir y ahí empezó todo. Esta exhibición también permite a los visitantes experimentar con estos dispositivos ya que pusimos algunas máquinas para que los jóvenes puedan escribir y vivir la experiencia”, agregó.
Además de su importancia tecnológica, las máquinas de escribir jugaron un papel clave en la integración de las mujeres al mercado laboral.
“Se abrieron escuelas de taquimecanografía y muchas mujeres encontraron oportunidades en oficinas, evitando trabajos físicos más rudos”, destacó.
A pesar de haber sido desplazadas por los procesadores de texto en los años 80, su legado sigue vivo en la memoria de quienes crecieron con ellas.
“Todos tenemos una historia con una máquina de escribir”, concluyó el experto.
Por Esperanza Armendáriz Chávez / Información. Teresa Villarreal / Fotografía
